Bueno, parece que poco a poco vamos volviendo a lo cotidiano, y día a día vamos avanzando un poco más hacia la normalidad.
Ariadna ha retomado sus estudios en la Universidad y está muy ilusionada con ello. Papeleo, reuniones con los profesores, etc. Todo un poco cuesta arriba, pero ella se lo ha trabajado y ha conseguido reiniciar sus estudios en el punto donde los había dejado, es decir, a mitad de curso. Todo ello perfectamente combinado y planeado con sus analíticas, visitas a su hematólogo y quimios ambulatórias.
Nosotros los padres deberíamos tomar ejemplo de ella, pero la verdad es que nos cuesta mucho volver a nuestra cotidianedad.
Lydia y yo seguimos de baja laboral ya que nuestros respectivos médicos no consideran oportuno nuestra reincorporación al mundo laboral. De todos modos, yo estoy en el paro (uno más) ya que el cínico de mi ex-jefe decidió que la enfermedad de mi hija era lo suficientemente grave como para no esperarme y me despidió, eso si, por burofax... ¡ Me despidió a través de un burofax! Como si después de tantos años de relación laboral no supiera mi dirección o mi teléfono para hablar en persona conmigo. Pero bueno, la verdad es que no me preocupa, me tomo la vida con mucha filosofia e intento vivir el día a día. Tengo por delante un año y medio de paro (no lo había cogido nunca) y un montón de proyectos, así que cuando llegue el momento, ya buscaré trabajo.
Ahora mi prioridad es mi familia y sobretodo, dadas las circunstancias, mi hija Ariadna.
Cuando la acompañamos a sus visitas rutinarias al hospital, aún se nos hace un nudo en la garganta a mi mujer y a mi. Cuando voy conduciendo por la carretera, unos 8 km desde nuestra casa hasta el Hospital Mútua de Terrassa, se van pasando por mi mente esos largo 8 meses en el hospital. Ese recorrido diário que tanto Lydia como yo hacíamos como hipnotizados y pensando en qué pasaría y cómo iría todo. Ese recorrido forma ya para siempre parte de nuestra vida. Pero afortunadamente la vida sigue su también particular recorrido, y en ese recorrido estan mis dos hijos que pese al riguroso frío de estos días, decidieron formar parte activa del Carnaval de este año. Ni Ariadna ni Lydia ni yo habíamos podido acompañar hasta ahora a Oriol en el desfile que organiza su colegio por las calles de la ciudad. Este año si... se lo debíamos. Con su disfraz de campesino y boina, realmente parecía "EL TÍO LA VARA " (José Mota)
Las fechas que más te gustaban, las fiestas
Hace 1 año